Cómo aceptar la propia oscuridad

Luz y Sombra: aceptándonos en la propia oscuridad usando el yoga como espejo

Al poquito tiempo de comenzar a practicar yoga me empezó a pasar que después de Savasana no quería abrir los ojos; después de una meditación larga, sólo quería quedarme ahí.

Quería permanecer en el disfrute del descanso, en la paz que me daba esa quietud después de la intensidad. No me daba cuenta que me estaba encerrando. Claro; me acurrucaba en esos momentos donde encontraba luz, quietud, amor, ananda, y creía que eso era todo lo que buscaba el yogui.

Creía que para eso iba a practicar, para encontrar ese estado en mi interior. Quería “inmortalizarlo”, pensando que “eso” era todo; que “eso” era la felicidad; que esos segundos, minutos y hasta a veces horas de luz y armonía eran lo valioso. La “meta” de la práctica era salirme del caos.

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Esto pasó mucho tiempo, muchos años, hasta que un día me di cuenta que el momento de abrir los ojos me daba bronca, que sentía resentimiento, como una sensación de “¡no! No quiero ir!, no quiero abrir los ojos, no quiero hablar, ¡no!”. Hasta casi como si fuera un capricho de “me quiero quedar con los ojos cerrados todo el día”. Y ahí algo me dijo que no estaba entendiendo Savasana y que tampoco entendía el YOGA.

profesora luciana sticotti

Nos regimos con la mente, algunos más que otros, pero para mí, hasta hace muy poquito, el “ir hacia donde el corazón te lleve”, era más bien donde la mente después de hacer sus tejes y manejes me dejaba ir.

Savasana o la postura del cadáver, o la muerte recreada en una asana más prácticamente hablando, es la postura que está en general al final de la práctica, es donde tenemos la oportunidad de resetearnos y volver a empezar cada vez que practicamos.

Yo había entendido la muerte como la vida. Y por muchos años estuve ahí, pensando que sólo ese momento del día era el disfrute, que al abrir los ojos, por ahí duraba un ratito más, por ahí un ratito menos, pero que iba a tener que esperar hasta mi próxima práctica para sentirlo. Disfrutaba “la muerte” o Savasana como la vida. ¡Qué paradoja!

Negando la sombra nos olvidamos una parte importante de nuestro ser

Creo que esto me pasaba por que elegí por mucho tiempo no vivir. Elegir morir cuando estás vivo es no elegir los roces, el caos, las peleas. Dejar de vivir es pensar que ese ananda es la vida. Esa luz que vemos al meditar a veces, esa tranquilidad que si practicamos constantemente aparece, si sólo aparece cuando practicamos: ES morir.

Muerte es pensar que la práctica es la única que te salva el día; que si no hacés las asanas o meditás, no podés.

En realidad es: no quiero. No quiero vivir, me encierro en mi meditación, me encierro en mi práctica, sea cual fuere que sea. ¿Por qué? Porque si elijo vivir y el elijo el amor, también elijo el odio; si quiero ser luz, me tengo que adueñar de mi sombra, de mi propia oscuridad.

Aceptarnos no es querer cambiarnos, no es cambiar para poder aceptarme, es aceptar que hay días que odio y hay días que amo. Y ésa soy yo. Luz y Sombra.

Muerte es no animarse a sufrir, a sentir el dolor y el amor. Muerte es estar en una asana complicada o desafiante para nuestro cuerpo y dejar de sentir la respiración, dejar de sentir el dolor o el placer que cada postura nos genera.

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El yoga como espejo_ Luciana Sticotti

El yoga como herramienta de aceptación 

La práctica de yoga es el boceto. Siempre fue mi boceto; es una práctica. Me gusta compararla con aprender una lengua nueva: estudiamos un idioma en un instituto y llega el día en que viajamos a ese país donde se habla el idioma, ¡y hay que hablar! No importa cómo nos salga, ya practicamos adentro un montón, ya practicamos cómo se escribe, cómo se habla con compañeros que están en la misma; ahora hay que animarse a comunicarse, a ver cómo encontrás lo que necesitás, cómo te relacionás, etc.

La práctica de yoga es similar; el espejo de quién soy es lo que nos pasa todos los días arriba del mat. ¿No quiero respirar? ¿Me cuesta? ¿Me duele? ¿No siento nada? A mí me empujó a un abismo, y como cuenta la historia: el abismo de Krishna de caer y que nunca haya fondo; es una eterna caída, es sentarse en el tren en el asiento que mira hacia atrás.

Eso es vida, vivir cada postura para conocerme, para ensayar que me pasa frente al desafío, frente al dolor, frente al placer, frente a mi ego, frente al odio, frente a la angustia. Ensayo todos los días.

El yoga es el puntapié para ir más profundo, y no importa cuál sea la práctica, lo importante es hacerla vivos, despertar, dejar de morir para no sentir, para no amar, para no odiar. Dejar de morir en Savasana y nunca reencarnar.

Morimos cada vez que necesitamos para volver empezar, cada vez que quiera, todas las veces que necesite. REspirar, RE-respirar. Cada respiración es una nueva oportunidad, cada clase, cada Savasana, cada viaje en subte, cada pelea, cada cosa, es elegir hacerla viva o muerta. Sí, da miedo, da pavor, por eso nos cuesta, por eso me cuesta, por eso son años y décadas de práctica, por eso todos los días, por eso amar el miedo es amar la vida, por eso entender el odio es aprender a amar y a amarnos; es aceptar la propia oscuridad. 

El dolor nos enseña, nos muestra ese lado puro, ese lado tierno, suave, esa magia que hay en cada aprendizaje, y en cada vez que nos castigamos por no aprender, y en cada vez que nos alegramos cuando probamos ser más compasivos con nosotros mismos.

Somos todo eso. Aceptación. Nada sale de un día para el otro, quizás ni de un año para el otro, y hasta es muy probable que vengamos a la próxima vida y sigamos, no importa cuánto tardemos; es una práctica de vida, práctica de respiración, práctica de la muerte a la vida, de la anestesia al amor.

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Luciana Sticotti

Me encontré con el yoga de casualidad en una clase de danza en el año
1999. Algunos años después, una corazonada me hizo cursar mi primer
instructorado de Vinyasa Yoga cuando vivía en Nueva York, lo que marcó
un punto de inflexión en mi vida. También me recibí de Arquitecta,
estudié moda, y por mucho tiempo pensé que la vida en movimiento, mis
clases, eran sólo un hobby, hasta que poco a poco el yoga estaba en todo
lo que hacía. Co-fundé la primera marca de indumentaria de yoga en
Argentina y como misión de esa marca lo que empezó como un proyecto se convirtió en escuela: Yoga Project BA. Creo que el yoga es una
herramienta, un instrumento para conocernos, para estar en relación con
nuestras emociones y quienes somos verdaderamente.
Tomé clases en diferentes rincones del mundo, en diferentes idiomas y
con instructores de distintas nacionalidades. Entiendo que el yoga
puede volcarse a todo lo que hacemos y que es un continuo aprendizaje.
Me gusta enseñar de manera integrativa, es una propuesta desde lo que
viví y experimenté en mi propio cuerpo. La experiencia transmitida con
el corazón. La integración es la clave del autoconocimiento; bailo y
amo el mar, practico slackline y estoy dando mis primeros pasos en el
highline, un deporte emergente en altura. La vida descalza y en la
naturaleza me enseñan a vivir en el caos que elijo, la vida en la
ciudad.

5 comentarios

  • Excelente testimonio. Muchos años practique yoga asistí a clases con la maestra Yndra Devi. Pero ya hace un tiempo largo qué no lo practico

  • Practicar yoga me ha despertado a otra manera de vivir la vida, de saber esperar sin desesperar, a relajarme y a darme cuenta de mis capacidades.
    Es una nueva forma de vivir. Un aprendizaje total a todo nivel!

  • Con lapractica del yoga a través del tiempo entedemos que la vida esta compuesta por la dualida opolaridad una engedra laotra ; laoscuridad ala luz vida a muerte cansancio descanso eso es el yoga en cada clase aprendemos la escencia de esto para asi aprender aestar en la mitad de la cuerda en lqconciencia del aqui y ahora por eso y mucho mas esta practica ancestral y su filisofia es inigualable

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