Las clases online se han convertido en lo habitual debido a la pandemia. Belén Monteverde, profesora de Hatha Yoga, reflexiona en esta nota acerca de los aspectos positivos por practicar yoga en forma virtual y nos introduce al concepto de sadhana como un medio para alcanzar algo.
La práctica de Yoga se ha vuelto parte de la rutina de muchas personas. Llegamos a una profe o a una sala, averiguamos días y horarios de las clases, y si nos queda bien pactamos el compromiso de asistir regularmente.
Allí comienza un camino espiritual de re-conexión con el interior. Me gusta pensar la relación para con la sala y el maestro como un espejo de aquello que buscamos para con nosotros mismos.
Este año irrumpió sorpresivamente una pandemia que transformó la rutina, incluso nos privó de poder asistir a una sala para tomar clases grupales. Pero no nos ha privado la posibilidad de conectar con el silencio interior, de nuestra búsqueda personal, de nuestra capacidad de respirar, de nuestra capacidad de movernos, de reflexionar, de meditar, de sentir el latir del corazón y todo nuestro ser. Quizás ahora sea el momento de aprender algo nuevo, de aprender a ser nuestros propios maestros.
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El Yoga es un camino individual y cada clase es una experiencia de auto-conocimiento, una oportunidad de mirar hacia adentro, observar lo que somos y escuchar nuestra voz interior.
Sadhana, práctica espiritual diaria

Sadhana es una palabra en sánscrito (idioma antiguo de la india en el que están escritas las enseñanzas del Yoga) que literalmente significa “un medio para alcanzar algo” y se refiere a la práctica y disciplina personal. Como toda palabra en sánscrito engloba una simbología en vez de dar un significado único, y nos invita a reflexionar sobre el concepto.
Desde la tradición, la práctica de sadhana consta de una meditación, algunas asanas y el canto de siete mantras. Se realiza dos horas y media antes de la salida del sol, ya que el mismo está en un ángulo de 60º en relación a la tierra y todo es mucho más calmo y silencioso.
Una sadhana se basa en el aprendizaje experiencial y técnicas específicas que entrenan el cuerpo, la mente y los sentidos para permanecer enraizados en el aquí y ahora. Hacerla tiene muchos beneficios: te da fuerza interna, te da energía, te limpia, te compromete contigo mismo, te balancea, etc. Pero el objetivo final es ayudarnos a darnos cuenta de la naturaleza sagrada de la conciencia y aprender a resolver conflictos internos y externos de manera constructiva, consciente y pacífica.
Sadhana es una práctica espiritual diaria que poco a poco te lleva a experimentar tu propio ser.

Se puede encontrar el propio medio para alcanzar eso que buscamos. Sadhana no es un concepto exclusivo de la práctica yóguica sino más bien una expresión que incluye cualquier práctica de autodisciplina, que te permite explorar tu ser ilimitado y evaluarte para trascender aquellos patrones que te alejan de tu conciencia superior.
Está bien hacerla en cualquier otro momento del día y poder elegir cuál es mi práctica, ya sea meditar, cantar, bailar, hacer una caminata, leer un libro, etc. Lo valioso es darnos el tiempo y hacernos el espacio para nuestra práctica diaria.
Podemos pensar que este tiempo de aislamiento nos brinda una oportunidad para aprender de la propia experiencia, de la evaluación personal y así ir tomando conciencia de quiénes somos realmente, para poder ejercer el don humano del libre albedrío. Me invito a mí, invito a mis alumnos y a cada ser que lea esta nota a enfrentarse a su próxima práctica con la tarea de buscar él/la maestra interior.
Consejos para una clase virtual de yoga
En las clases virtuales recomiendo, por ejemplo, evitar mirar excesivamente la pantalla y escuchar las indicaciones para ir percibiendo la vibración de las palabras, conectar con el sonido y estimular la escucha.
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Permitir, de esta manera, que el cuerpo ejecute desde un nuevo lugar, quizás un poco más sensible y perceptivo y seguramente colmado de sabiduría. Ir convirtiendo cada clase en una práctica personal. Ir transformando la clase en Sadhana.
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