Desde el inicio de la humanidad, el ser humano ha intentado responder a las preguntas “¿Quién soy?” “¿Y qué hago aquí?”. A través del tiempo, y en casi todas las civilizaciones y escuelas filosóficas, se ha intentado encontrar una respuesta y explicar estos dos grandes interrogantes.
Tenía apenas 9 años cuando esas dos preguntas abordaron mi vida. En esa época intentaba encontrar respuestas que pudieran satisfacer mi intelecto, sin embargo esa satisfacción duraba muy poco.
A medida que fui creciendo empecé a estudiar y a adentrarme en diferentes caminos. En un principio, resultaban hermosos aunque después de un tiempo algo interno me decía que necesitaba indagar más en profundidad.
Tuve mi primer acercamiento real con el Yoga en el 2009. Me acuerdo que físicamente fue desafiante, que sentarme a meditar fue extraño y no entendía cómo uno podía encontrar “relajación” con el yoga. Para ser sincero, en realidad no disfruté nada mi primera clase.
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Sin embargo algo profundo sucedió ese día. Al salir sentí y percibí mucha claridad en mi mente. Aunque mi cuerpo había pasado por un esfuerzo físico grande no me sentía cansado; de hecho me sentía con más energía que nunca. Lo más hermoso fue que de repente ya no necesitaba buscar respuestas, por el contrario prefería mantenerme en la pregunta: “¿Quién soy?” “¿Qué hago aquí?”.
El yoga, en especial Anusara Yoga, logró algo que había estado “buscando”’ desde hacía mucho tiempo; me permitió sentir paz, calma, aceptación y al mismo tiempo encendió un “fuego” que me motivaba a aprender más y a profundizar en todo esto que estaba descubriendo.
Anusara significa “Fluir con la Gracia”, “Estar en el Flujo” o “Seguir tu Corazón”. Su práctica se basa en “Los Principios Universales de Alineamiento”.
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Estos principios explican de forma física el movimiento biomecánico del cuerpo y también tienen un reflejo a nivel emocional y psicológico.
Además, Anusara enfatiza el sentido de Comunidad o Kula, ya que el ser humano naturalmente es sociable y es en sociedad donde se desenvuelve y expresa su “propósito”.
Por este enfoque, la práctica de Anusara marcó mi vida en muchos aspectos. El más importante es que me brindó herramientas para entender que el propósito de mi vida es el que nace de mi interior y pulsa en mi corazón; me invitó a ser valiente y atreverme a vivir desde un lugar de Alegría y Amor. Finalmente me empoderó a compartir todo eso con mi entorno.
Mi vida cambió por completo. De vivir en el ámbito corporativo privado lleno de estrés y frustraciones, preocupado sobre el futuro y reprochando el pasado, pasé a vivir una vida más a gusto, sintiendo plenitud, disfrutando el ahora y entendiendo que el pasado, el presente y el futuro es hoy, que todo lo que experimento en mi vida es un reflejo de mi interior.
Eso no quiere decir que todos esos cambios hayan sido fáciles; al contrario, han sido intensos, profundos y aterradores. Sin embargo, la práctica regular de yoga hizo que me diera cuenta de que cuando me anclo en mi interior soy capaz de manifestar la vida que anhelo.
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