Siempre pensé, y lo sigo creyendo, que viajar es una excelente manera de aprender a vivir aquí y ahora. Cuando viajamos lo que sucede inevitablemente es que todo es novedoso. Incluso si vamos a los mismos lugares, la gente nunca es la misma, salimos de nuestro hábitat y vemos nuevos paisajes, otro aire, cambia el clima y así infinidad de factores y situaciones diferentes a los conocidos.
Es por ello que el estado de presencia sucede con mucha más facilidad. Estamos llenos de estímulos que en nuestra vida cotidiana y muchas veces más rutinaria, no son tan intensos o tan visibles.
Cuando viajamos, cada decisión sucede segundo a segundo. Siempre pienso qué maravilloso sería lograr el estado de “viajero” en nuestro día a día, pudiendo no perder la capacidad de asombrarnos y vivir cada instante con presencia absoluta.
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Cuando viajamos tomamos distancia de nuestro “yo habitual” para encontrarnos con esas partes que no tenemos en primer plano. Por lo que cada situación se vuelve así una oportunidad de aprendizaje. Cada viaje es diferente y en cada uno hay nuevos desafíos. Por eso viajar es una experiencia que atrae a todos o a casi todos los seres humanos. Cada vez que logramos estar presentes nos volvemos vivos, auténticos y “despiertos”.
Además existen diversos medios para viajar lo cual también nos conecta con diferentes aspectos nuestros. Si vamos en avión, la velocidad es más rápida, nos conectamos con el cielo, pudiendo estar en un lugar más elevado, lo que nos permite mirar de lejos, con mucha más perspectiva y viendo la relatividad de todo. Lo que nos parece inmenso abajo es un puntito desde arriba.

En un barco, navegamos al compás de las olas, necesitando fluir con el movimiento de ellas para no marearnos. Debemos entregarnos a la marea así esté calma o revuelta, de la misma manera que debemos hacerlo con el mar de nuestras emociones.
En auto, micro o todo transporte terrestre, mismo en las caminatas, conectamos mucho más con la tierra, con lo concreto. Vemos los paisajes de cerca, las distancias con más claridad, es un recorrido “paso a paso”, kilómetro a kilómetro. Podemos detenernos y tomar nuevos rumbos con mucha más facilidad.
Meditar de viaje
Meditar es una técnica que nos permite y ayuda a conectar con ese estado de presencia del que hablaba al principio. Técnicas para meditar de viaje hay muchas, y todas son válidas mientras cumplan el objetivo de traerte a “este momento”.

Una de mis respiraciones preferidas a la hora de subir a un avión es Ujjayi. Este pranayama se practica respirando lento y profundo y sintiendo un leve sonido en la garganta, como si fuera una leve brisa. Esta técnica nos permite entrar en un estado de calma y aquietar la mente.
Volar puede producirnos cierta ansiedad, por eso podés practicar esta respiración al momento de despegar. Me gusta agregar una cuenta para que la mente se enfoque aún más: inhalás en 4 tiempos, retenés 4, exhalás en 6 y retenés 2 con pulmones vacíos. ¡Y a volar!
A la hora de subirme a un micro, además de las respiraciones profundas como ejercicio meditativo, en lo personal me encanta llevar la mirada a los paisajes que van transcurriendo y variando según el recorrido que hagamos. Contemplar paisajes, la naturaleza, permanecer observando, es una excelente técnica de meditación que nos mantiene conectados al momento presente.
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Viajar es, para mí, una de las mejores maneras de habitarnos en profundidad. Cuando nos alejamos, podemos ver el cuadro entero. Cambian las dimensiones y la distancia nos da otra perspectiva. Ni mejor, ni peor, simplemente más amplia y más completa. Así pasa con nuestra vida si de pronto nos tomamos unos días y miramos con otros ojos, desde otro lugar. Hacer un zoom out para poder ver aquello que quizás, en el día a día, en el piloto automático, se nos hace invisible. Tomar distancia, salir de lo de siempre, crear experiencias nuevas, en lugares nuevos, con otras personas, nos puede ayudar a re-significar, a re-valorar, a reflexionar y re-novar nuestra energía. Todas esas reflexiones que podemos hacer son una meditación en sí misma.
Siempre agradezco cada oportunidad que la vida me da para viajar y así seguir creciendo adentro, mientras sigo explorando afuera. Te invito a practicar el estado de presencia, estés donde estés, viajando o en tu vida diaria. En definitiva, me gusta creer en la vida como un largo, hermoso y apasionante gran viaje…
Que hermoso texto, amo viajar y me parece una de las mejores maneras de conectar con uno mismo, conectar con el tiempo presente, hace poco incorporé a mis viajes la práctica de mindfulness que aprendí recientemente,e s na maravilla de experiencia
Hola! Disfruto de la lectura de las notas y me resultan enriquecedores sus artículos. Muchas gracias!
Hola, les comento que me encanta recibir estás notas donde me informo y aprendo con toda la info que publican. Infinitas gracias!!!!